Reseña: The raven boys: la profecia del cuervo, de Maggie Stiefvater.

El primer libro que leí de Maggie Stiefvater fue Temblor, seguido de Rastro y Siempre conforme salían publicados. La saga de Los lobos de Mercy Falls me encantó (se la recomiendo a todo el que no la haya leído aún) y por eso no he tardado en leer el comienzo de una nueva trilogía.

La autora nos trae algo nuevo y original como suele tener costumbre, tan nuevo que al principio los personajes hablan de la línea y otros  términos de mitología galesa como si nosotros tuviésemos por costumbre hablar de ello cada mañana mientras desayunamos una tostada.  La consecuencia, pues que traspasó ligeramente la línea que separa el crearnos una enorme curiosidad (esa que te impulsa a no soltar el libro hasta que no es algo de vida o muerte) a la sensación de habernos perdido algo. En esencia parece lo mismo: nos dan los mínimos datos y queremos leer más y más para poder saber qué está pasando exactamente, sin embargo podemos pasar las páginas con nerviosismo y excitación o con un pequeño agobio pensando que no te estás enterando de la mitad. Lo que sentía en las primeras 50 páginas se corresponde con esto primero. Sin embargo, poco a poco te vas ubicando y te sientas a disfrutar.

La forma de escribir de Maggie Stiefvater me gustó en la trilogía anterior: sobria, algo descriptiva sin caer en la pesadez pero capaz de transmitirte los sentimientos de los personajes. En este se reconoce su firma perfectamente, pero me ha resultado bastante lento hasta que no sobrepasas los dos tercios del libro; la escasez de diálogos hace aun más mella en este aspecto, cómo deseaba una charla entre los personajes. Creo que se ven eclipsados por los mismo párrafos que aparecen una y otra vez para dejar claro la relación entre los personajes masculinos, los chicos del instituto Anglioby. 

Pero no sólo son repetitivos los tipos de lazos que unen a los chicos, es que además me han parecido demasiado angustiosos; parecían relaciones de responsabilidad padre e hijo más que una amistad con la que pasas tanto los malos como los buenos momentos, porque toda relación necesita diversión y momentos de complicidad marcados por la ALEGRÍA. Me estresaba un poco que todos tuvieran que estar al cuidado de todos cada cinco minutos, era algo exagerado (sin magia ninguna ya parecía que la muerte estaba a la vuelta de cada esquina y tenían que vigilarse y reñirse unos a otros). Seguramente por eso no he conseguido conectar con algunos los personajes, no he conseguido sentirlos. Pero también muchos me han gustado: la familia de Blue (la chica que comparte protagonismo con el grupo de Anglioby) es de lo más divertido y curioso, me encantaba cuando tenían hueco en alguna escena (sobre todo las primas) y de la parte masculina destacan Noah y Ronan sobre Adam y Gansey. Es raro que prefiera a los protagnistas secundarios que a los que son más principales; pero Blue, Adam y Gansey son demasiado intensos para creérmelos.

Con esto no quiero echar por tierra el libro, sobre todo porque ritmo, personajes, diálogos acción...todo mejora bastante cuando pasemos algo más allá de la mitad. La autora deja ver que se ha guardado mucho para mantener el misterio en las siguientes novelas, incluido el tema romance, que aportará mucho juego al argumento aunque se muestre ahora algo secundario.  A lo que voy es que se trata de un libro introductorio que debería no serlo durante tantas hojas para mi gusto, pero que me deja con ganas de leer los próximos. También es de agradecer temas sobrenaturales nuevos de los que en mi caso ni había oído hablar; porque aunque dije que me perdí y tardas en ubicarte, una vez lo haces disfrutas de leyendas originales con toques esotéricos que mezcla realmente bien.